miércoles, 20 de julio de 2011

¿Retirar los crucifijos? - Diario La Rioja (17/7/11)



La sociedad española está crispada. La pretendida retirada de símbolos religiosos de edificios públicos es una de las causas que producen más desgarro emocional. ¿Constituye su permanencia una violación de la Constitución en un Estado laico? ¿Retirarlos no supondría un ataque a la Iglesia mayoritaria y una ofensa gratuita a los católicos? ¿No es el crucifijo un símbolo cultural, cimentador de la identidad hispana, y, en algunos casos no son auténticas obras de arte? Por ahí van las razones que se lanzan abruptamente partidarios y enemigos de esa retirada.
Un símbolo es algo cuyo valor reside en aquello que quiere representar. La Cruz, instrumento de tortura, nos recuerda a Jesús de Nazaret, ajusticiado por el poder político romano, arrastrado por el religioso del sanedrín judío. Claro que no fue símbolo cristiano, hasta que fue impuesto por el emperador Constantino. Antes lo fue el Pez, en griego IXTHUS, iniciales de Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.
Confesaré que a mí mucho más que la retirada o no de los crucifijos, me preocupa la suerte de los crucificados de hoy. ¿Acaso toda persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, no es mucho más símbolo suyo que una estatua material? Esta es la cuestión central de hoy: ¿Cómo bajar de sus cruces a las víctimas actuales?: Hambrientos sin acceso a agua potable, parados, sin vivienda, refugiados, discriminados, emigrantes...

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